La voz, como lluvia de plata para dejarte entrever los delicados
amoresque mantiene desde hace siglos, la luna crecida de abril con el
ámbar ruso.
El talle de primavera que inundara tus brazos con flores de
almendro;
la piel, de paloma, y que al deslizarte por mi cuerpo creyeras
estar amando al sueño más puro de la nieve...
¡Ojalá mis ojos fueran como los de una corza herida para que
tú, noble cazador altivo, quedases prendado de ellos!
Y mi pensamiento, nácar blanquísimo para que lo supieras
siempre cercano a ti
hasta en la oscuridad de estos terribles días sin alba.
Presos los dos de aquel imposible decoro
adolescente,
ni yo me sonrojé ni usted tampoco hizo nada por llamarse
al orden
cuando después de las risas y las aceitunas rellenas,
habiéndonos lubricado previamente al oído
con una minuciosa lista de vicios sexuales,
fuimos al amor como quien va al estanco de los primeros
cigarrillos.
adolescente,
ni yo me sonrojé ni usted tampoco hizo nada por llamarse
al orden
cuando después de las risas y las aceitunas rellenas,
habiéndonos lubricado previamente al oído
con una minuciosa lista de vicios sexuales,
fuimos al amor como quien va al estanco de los primeros
cigarrillos.
QUÉ HAGO YO AQUÍ
Qué hago yo aquí medio borracha
escuchando a este cretino
que sólo sabe hablarme de la mili,
mientras me tapa baboso la calle y la vida
con su espalda.
Y encima estoy sin tabaco.
(Menos mal que desconecto en seguida
pensando en ese géiser de besos
que le provocaré a usted, sin duda,
cuando su camisa se digne o se resigne
a dejarse desabrochar por mi mano.)
escuchando a este cretino
que sólo sabe hablarme de la mili,
mientras me tapa baboso la calle y la vida
con su espalda.
Y encima estoy sin tabaco.
(Menos mal que desconecto en seguida
pensando en ese géiser de besos
que le provocaré a usted, sin duda,
cuando su camisa se digne o se resigne
a dejarse desabrochar por mi mano.)