en tela de juicio lo que ves en los demás, porque jamás obtendrás de otros lo que no eres capaz de darte tú mismo, ya que en la medida que lo logres serás capaz de otorgarlo a los demás...
En una cultura en la que prevalece la orientación mercantíl y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema que gobierna el mercado de bienes y de trabajo.
Él me mueve a su antojo... yo no quería que las cosas fueran así.
Amarás a dios más que a ti mismo y amarás a tu prójimo tanto como a ti mismo, lo que implica el sacrificio de sí mismo y del prójimo a dios. Pasar por el sacrificio de sí mismo puede ser calificado de locura; pero el sacrificio del prójimo es, desde el punto de vista humano, totalmente inmoral.
El amor es un trapecio de la esperanza.
Tú no te irás, mi amor, y si te fueras, aún yéndote, mi amor, jamás te irías.
Como al hierro la herrumbre, la envidia al hombre consume.
El dolor dice: ¡pasa!; pero todo placer quiere eternidad, quiere profunda eternidad.
Es muy propio hablar más el que más teme.
Quien no tiene confianza en el hombre, no tiene ninguna en Dios.
En una cultura en la que prevalece la orientación mercantíl y en la que el éxito material constituye el valor predominante, no hay en realidad motivos para sorprenderse de que las relaciones amorosas humanas sigan el mismo esquema que gobierna el mercado de bienes y de trabajo.
Él me mueve a su antojo... yo no quería que las cosas fueran así.
Amarás a dios más que a ti mismo y amarás a tu prójimo tanto como a ti mismo, lo que implica el sacrificio de sí mismo y del prójimo a dios. Pasar por el sacrificio de sí mismo puede ser calificado de locura; pero el sacrificio del prójimo es, desde el punto de vista humano, totalmente inmoral.
El amor es un trapecio de la esperanza.
Tú no te irás, mi amor, y si te fueras, aún yéndote, mi amor, jamás te irías.
Como al hierro la herrumbre, la envidia al hombre consume.
El dolor dice: ¡pasa!; pero todo placer quiere eternidad, quiere profunda eternidad.
Es muy propio hablar más el que más teme.
Quien no tiene confianza en el hombre, no tiene ninguna en Dios.