división del trabajo, pero por él se ha privado de alma y de vida al trabajo del hombre.
Dado, pues, que la ley no es nada más que la forma de vida que los hombres se imponen a sí mismos o a otros por algún fin, parece que hay que distinguir ley humana y ley divina.
Para proteger al débil, uno necesita valentía y la voluntad de encarar al peligro.
Ahora sólo los fuertes sobreviven
No somos libres de dejar de ser libres
¡Tu no eres Arata! ¡No eres Él! ¡A ti no tengo nada que entregarte!
Reflexionar serena, muy serenamente, es mejor que tomar decisiones desesperadas.
Se defiende más que un gato boca arriba.
Dado, pues, que la ley no es nada más que la forma de vida que los hombres se imponen a sí mismos o a otros por algún fin, parece que hay que distinguir ley humana y ley divina.
Para proteger al débil, uno necesita valentía y la voluntad de encarar al peligro.
Ahora sólo los fuertes sobreviven
No somos libres de dejar de ser libres
¡Tu no eres Arata! ¡No eres Él! ¡A ti no tengo nada que entregarte!
Reflexionar serena, muy serenamente, es mejor que tomar decisiones desesperadas.
Se defiende más que un gato boca arriba.