intensamente una vez siquiera, la reconciliación llegó, tanto más efusiva cuanto más infames fueran los agravios.
Podrán atar mis manos, encadenar mis pies y sellar mis labios, pero el sentimiento que dentro de mi corazón existe: ¡vivirá en soberana libertad!
He de decir que, para lo grande que es, Madrid conserva bastante de ese espíritu de comunidad, de ese acercamiento de la gente.
No hay gobierno popular. Gobernar es crear descontentos.
No escuchándome a mí, sino a la razón, sabio es reconocer que todas las cosas son una.
¿Nunca fue la palabra un instrumento?
Yo no creo en Dios, no existe prueba de que exista.
Podrán atar mis manos, encadenar mis pies y sellar mis labios, pero el sentimiento que dentro de mi corazón existe: ¡vivirá en soberana libertad!
He de decir que, para lo grande que es, Madrid conserva bastante de ese espíritu de comunidad, de ese acercamiento de la gente.
No hay gobierno popular. Gobernar es crear descontentos.
No escuchándome a mí, sino a la razón, sabio es reconocer que todas las cosas son una.
¿Nunca fue la palabra un instrumento?
Yo no creo en Dios, no existe prueba de que exista.