precede, lo que me aleja de aquí, los innúmeros instantes en que yo no fui: lo no nato, en suma.
En aquella época, su esposo no era más que su novio, y ella suspiraba involuntariamente por otro que, por su inteligencia y su corazón, le gustaba mucho más.
La suerte no da nada, tan sólo lo presta.
La mejor receta para la novela policiaca: el detective no debe saber nunca más que el lector.
Si uno descuidaba los preparativos militares, el término de su vida no tardaría en llegar.
No puedo seguir luchando... ¡Pero no podemos darnos por vencidos!
No existen las grandes verdades, sólo las grandes mentiras.
En aquella época, su esposo no era más que su novio, y ella suspiraba involuntariamente por otro que, por su inteligencia y su corazón, le gustaba mucho más.
La suerte no da nada, tan sólo lo presta.
La mejor receta para la novela policiaca: el detective no debe saber nunca más que el lector.
Si uno descuidaba los preparativos militares, el término de su vida no tardaría en llegar.
No puedo seguir luchando... ¡Pero no podemos darnos por vencidos!
No existen las grandes verdades, sólo las grandes mentiras.