Este hombre que ahora cerca mi cuello
con su sabia muralla de labiosquizá abandone de pronto la almena,
quizá desaparezca para siempre.
Porque tiene un tacto en la mirada
que recuerda las plumas de los pájaros.
ESTO YA VA MEJOR
Esto ya va mejor.
Ya no le tengo miedo.
Y me complace que usted,
como quien no quiere la cosa,
haya fijado el barniz de sus ojos en mis piernas.
Ya no le tengo miedo.
Y me complace que usted,
como quien no quiere la cosa,
haya fijado el barniz de sus ojos en mis piernas.
Exquisita prudencia la de mi boca y la suya
por ese dedo abeja que libó entre murmullos y distensiones
golosas,
las sucesivas floraciones e mi anémona nocturna.
por ese dedo abeja que libó entre murmullos y distensiones
golosas,
las sucesivas floraciones e mi anémona nocturna.
Hoy era la última tarde.
Usted no paraba de hablar
-lo hubiese matado-
y a mí me ardían las uñas cuando nos despedimos
en la parada del autobús.
Ni un solo beso.
Usted no paraba de hablar
-lo hubiese matado-
y a mí me ardían las uñas cuando nos despedimos
en la parada del autobús.
Ni un solo beso.
JUSTO EL DÍA
Justo el día en que llevo gafas y un jersey
horroroso
usted descubre mi arrinconada existencia.
Le hablo con la sorpresa de no sorprenderme al tocar una
ardilla.
Y contengo como puedo este alud de labios para no
abalanzarme sobre su nuca
mientras guarda, de espaldas a mi sombra creciente
unos papeles en la carpeta.
horroroso
usted descubre mi arrinconada existencia.
Le hablo con la sorpresa de no sorprenderme al tocar una
ardilla.
Y contengo como puedo este alud de labios para no
abalanzarme sobre su nuca
mientras guarda, de espaldas a mi sombra creciente
unos papeles en la carpeta.