sabio; el destino sólo tiene imperio en ellos por el bien que ellos hacen. Los demás hombres son ciudades de cien puertas abiertas por las cuales cualquier cosa puede penetrar; pero el justo es una ciudad cerrada que sólo tiene una puerta de luz, y el destino no puede abrirla más que cuando logra que el amor llame a esta puerta.
Quien no ha caído nunca, no tiene una idea justa del esfuerzo que hay que hacer para tenerse en pie.
El cristianismo le dio al erotismo su sabor de pecado y leyenda cuando dotó a la hembra humana de un alma
Se necesita sólo un trago para emborracharme. El problema es, no puedo recordar si es el décimotercero o el décimocuarto
Hasta los sentimientos buenos, si se exaltan en demasía, son capaces de conducirnos a errores deplorables
Si tuviéramos que tolerar a los demás todo lo que nos permitimos a nosotros mismos, la vida sería intolerable
Blancura helada; y yo, sin luz, de noche, en un trineo.
Será muy difícil volver a encontrar marionetas tan fuertes.
El canto, como el sueño, ha de estar cruzado de larvas.
Entre las teclas blancas y las negras me quedo con las negras....siempre han tenido mejor ritmo y mejores caderas.
Guíe su Majestad por donde quisiere. Ya no somos nuestros, sino suyos.
Quien no ha caído nunca, no tiene una idea justa del esfuerzo que hay que hacer para tenerse en pie.
El cristianismo le dio al erotismo su sabor de pecado y leyenda cuando dotó a la hembra humana de un alma
Se necesita sólo un trago para emborracharme. El problema es, no puedo recordar si es el décimotercero o el décimocuarto
Hasta los sentimientos buenos, si se exaltan en demasía, son capaces de conducirnos a errores deplorables
Si tuviéramos que tolerar a los demás todo lo que nos permitimos a nosotros mismos, la vida sería intolerable
Blancura helada; y yo, sin luz, de noche, en un trineo.
Será muy difícil volver a encontrar marionetas tan fuertes.
El canto, como el sueño, ha de estar cruzado de larvas.
Entre las teclas blancas y las negras me quedo con las negras....siempre han tenido mejor ritmo y mejores caderas.
Guíe su Majestad por donde quisiere. Ya no somos nuestros, sino suyos.