la suya es igual a la mía, y en cambio la de Eduardo es tan diferente como el rayo lo es de la luz de la luna, o la nieve de la llama.
Si sólo pudiera dejarme en paz, ninguno de los dos saldría herido. ¿Es acaso el destino? Hasta que no acabe con este hombre desquiciado, mis compañeros no sabrán lo que es la felicidad.
Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable.
Si mis ojos se cierran es para hallarte en sueños detrás de la cabeza, detrás del mundo esclavizado, en ese país perdido que un día abandonamos sin saberlo.
Mientras mas envejecemos más aprendemos.
Abogacía que no zorrocía.
¿El camino que se elige es siempre el correcto? Lo correcto está en la elección, no en el acierto.
Si sólo pudiera dejarme en paz, ninguno de los dos saldría herido. ¿Es acaso el destino? Hasta que no acabe con este hombre desquiciado, mis compañeros no sabrán lo que es la felicidad.
Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable.
Si mis ojos se cierran es para hallarte en sueños detrás de la cabeza, detrás del mundo esclavizado, en ese país perdido que un día abandonamos sin saberlo.
Mientras mas envejecemos más aprendemos.
Abogacía que no zorrocía.
¿El camino que se elige es siempre el correcto? Lo correcto está en la elección, no en el acierto.